Lo que sea

No se muy bien cuál es el tono de estas publicaciones, se dice que debe ser informal, pero yo siempre me he sentido tocada por la palabra solemnidad, aunque sea como un bufón solemne. Entonces ahora estoy dilatando un texto, posiblemente aburrido sobre mis impresiones solemnes de esta vida ridículamente solemne, como yo.
Hmm.
Salgo a carretear con cara de pezcado, porque sí, porque hace sueño, porque trabajé 12 chingues horas en el día, pero igual quiero bailar una cueca y escuchar el son como resuena en los muebles de "El Perejil". Entonces todo cuaja y salgo al confuso índice de la noche; aunque sepa a dónde quiero llegar, no se cómo. Lo de siempre: dificultades. No es que sea tonta, pero a veces me cuesta encontrar las formas adecuadas, me cuesta respetarlas porque quisiera hincharlas a todas para que floten y queden suspendidas, a veces sería agradable omitirlas. Pero bueno. Estoy de farra y así me pongo, media existencial en medio del bailongo, mirando las esquinas.
¿Cómo chucha llego hasta allá? Hasta un allá donde se plantan silencios áridos, hasta allá a dónde apenas veo reflejos de un rostro casi familiar y lleno de sombras, cómo dar justo en el riel que lleva a ese destino, cómo saber que está esperando ahí o es solo un oasis para la mente que se alimenta de un blanco indefinido e inabordable que siempre estará irradiando preguntas...
Me voy al baño, me miro al espejo y me pongo brillo en los labios, tengo cara de sueño, tengo ojos de culpable, ojos de esconder algo, como un chocolate para después del carrete, pero no es eso: es una ilusión que me llevaré de entre el humo otra vez. Está bien, que todavía sea así. Mejor no pensar tanto tampoco. Me saca a bailar el campeón regional de cuecas, nosesunombre y bueno ya, si a eso vinimos: la 1ª, la 2ª y la 3ª, como debe ser.
Queda una laguna que me mira de una parte del salón, pero está lejos, es mejor.