Arthur Rimbaud
Carta del Vidente
Mucho de lo que se puede opinar o estudiar sobre la existencia de una “literatura femenina” empieza junto con la condición que Rimbaud lúcidamente menciona: “cuando ella viva por ella y para ella”, o sea, cuando exprese más libremente su sensibilidad, percepción, reflexión en torno al mundo que la contiene, cuando se atreva a rendirse a su intuición. Esto implicaría que no requiere una validación previa de los hombres o un permiso para decir, escribir o publicar. Menos aún un género particular dentro de la literatura para proyectarse. En palabras y con el ejemplo de Clarice Lispector “Digo lo que tengo que decir, sin literatura”.
El problema es que la susodicha condición se cumple con dificultad, al menos en el mundo oficial de las letras y a esto puede deberse la consideración que se hace de lo publicado por mujeres como algo marginal y necesario de estudio, postulándolo como un género aparte.
De dónde vendrán esas dificultades, sino es del rol asumido por la mujer en esta sociedad, medito…
Según José Lorite Mena la identidad de género es una construcción progresiva delimitada culturalmente y lo establecido para la identidad femenina viene a ser, elementalmente, su capacidad de seducción y su eficacia reproductiva (al menos desde una perspectiva del paradigma patriarcal). Sin embargo, él mismo agrega, el éxito en el proceso de construcción de cualquier identidad genérica implica la voluntad de comportarse según lo que delimita su cultura.
Es un camino algo sarmentoso el de rodear la identidad femenina al empezar por las referencias que esta identidad hace a las instrucciones del género masculino (al menos en la mayor parte del mundo occidental católico) ¿Entonces, es la identidad de las mujeres una construcción de orden femenino u obedece al masculino?
Estos baches para el análisis pueden crear una gran traba a la reflexión, pues se cuenta con una historia occidental precedente y contemporánea que ha sido dominada por valores atribuibles al hombre, como lo son: razón, técnica, productividad, caza y guerra e historia; por lo tanto la inclinación de la respuesta hacia lo segundo genera nuevas polémicas. Lorite señala al respecto que es una “constante cultural (…): la reducción de la mujer a la irrealidad de ser hombre”.
El origen del referido orden masculino provendría de la época de las cavernas, tiempo en que se crearon las estructuras mentales más profundas de la humanidad para representar los logros del macho como superiores a los de las hembras. Hablo de la caza y la recolección, siendo la segunda considerada como menos valiosa por el hecho de (entre otras condiciones) no requerir signos verbales, ya que era realizada por un solo individuo, en cambio en la caza, sin una coordinación mediada por representaciones vocales, el logro se alejaba de ser conseguido, por lo que implicó desde entonces una mayor apreciación y simbolización de sus acciones.
Se enfoca una arista interesante al tomar lo anterior y contraponerlo con toda la gama de transmisiones verbales portadoras de identidad cultural (fábulas, leyendas, cantos, cuentos, encantamientos y otras), que se llevaban a cabo por boca de las mujeres alrededor del fuego, por ejemplificar una escena.
Si es por quién hablaba más o producía más, la balanza ha estado bastante pareja.
El punto crucial está en el sometimiento hacia la norma impuesta por el polo masculino y su continuación como algo predeterminado e incuestionable en nuestra cultura (sobretodo hablando de la mayoría de las mujeres chilenas).
Cabe agregar que nosotras las féminas ingresamos al orden cultural de la sociedad moderna transgrediendo la identidad establecida, pero sin detenernos a redefinir nuestros referentes simbólicos, germinados en un paradigma de servidumbre. Debido a lo anterior nuestro territorio es ambiguo, dual, tenso: se espera que condensemos ambas identidades genéricas para ser validada en el campo público de lo laboral o profesional y en el íntimo de la familia. Empero, estas proyecciones no son cabalmente compatibles ¿qué efecto tiene para el orden productivo, que una mujer participe en él con sus atributos seductores además de los racionales y técnicos? Y ¿qué efecto tiene para la sociedad y la especie? O también ¿cómo contiene y transforma su identidad femenina para ser compatible con su nuevo rol? Nuevas preguntas que se alejan de la cuestión inicial de la literatura, pero que algunas luces dan sobre elementos para debatir en torno a lo femenino.
Regreso, en todo caso, a la vertiente, con la impresión de que una literatura, por definición: un Arte que emplea como instrumento la palabra, no tiene género sexual.
¿Acaso se analiza el hombre como determinado por su sexualidad cuando se reflexionan sus obras? ¿Por qué habría de juzgarse, por tanto, la mujer para lo mismo?
Puede haber características consideradas como femeninas, pero de la misma manera, un texto escrito por un hombre podría contenerlas.
Ahora bien, está el asunto de la corporalidad y su influencia en el discurso. Ante eso transcribo una contundente opinión de Ángeles Maeso:
“(…) se coge a una mujer, o a la mujer como cuerpo biológico, se le observan su órganos en la historia y se dice: útero, conclusión: mayor necesidad que un hombre de vuelta al útero materno, porque se trata de una vuelta hacia lo mismo; parto, conclusión: mayor escándalo ante la muerte porque ella es la portadora de la vida; menstruación, conclusión: imposición para sentir el tiempo cíclicamente. (…)”
Me parece, que se exagera esta posición, pues la corporalidad determina a ambos géneros, en sus motivaciones y hay también en el caso de hombre un tiempo cíclico circadiano y otro en base al biorritmo que le impone o influye en sus inclinaciones.
Quizás lo que más podría destacarse para este debate es la asimetría de publicaciones para uno y otro género, siendo además sospechosamente menor la aparición de mujeres en el mundo de las editoriales.
Siendo así, terminaré este discurrir con la enunciación de la palabra reivindicación, como clave para el debate sobre la “literatura femenina”.
Javiera Leonor Eskuche
En ocasión del “IIº Encuentro de Poetisas de Chiloé”
Organizado por la Agrupación Cultural EL RODEZNO
11 de diciembre de 2010
Organizado por la Agrupación Cultural EL RODEZNO
11 de diciembre de 2010
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