5 juin 2014

Post it

Tenía un post it lila en la casa de Rauco el 2010, escrito con lápiz scripto verde que decía: "Javi: te quiero y te acepto tal como eres". Lo leía y me hacía sentido tener que recordarme ese sentimiento de comprensión de lo que soy. Pero, honestamente, me seguía criticando lo que aún me falta por desgranar. No es fácil vivir cuestionándose las cosas, moliendo con persistencia los pros y contras de las oportunidades, sintiéndose un agujero negro que absorbe mundos en introspección, pero que no da luz a nuevas estrellas. O sí? Bueno, sigo aquí. Un nuevo día en que respiro y cuido mi vibración material. Un nuevo día en intento respirar con el alma sincronizada a este cuerpo que siento tan pesado muchas veces. Sumo 33 años y algunas canas, caminos sin salida y regresos sin tesoro y digo 33 con una esperanza bastante apaleada pero una ingenuidad más porfiada aún que la sigue alimentando. Porfía. El defecto primero y principal. Gracias a Dios no he perdido esa inocencia que porfiada sigue esperando una colina verde, un mar un árbol, unas alas abiertas. Sin embargo qué ganas de haberla sabido dosificar con tanto sádico, ególatra y cobarde dando vueltas. De verdad estoy orgullosa de esa Javi niña que sobrevive en mi personalidad, aunque sea picota, se de dónde viene esa emoción de sentirse menos y se bajarle los arrebatos aún cuándo sabe desarrollar sus dotes dramáticas. Una es así también. Mujer, con carácter, con emociones fuertes y grandes sentimientos que se repliegan y agazapan y luego emergen en oleadas. Una fuerza natural. Me siento en cercanía a la naturaleza, aunque viva en el mundo artificial de los ciclos de trabajo en turnos y los vehículos de información, comunicación y movilización automatizados que nos invadieron. Yo en mi vida interna sigo siendo una luna que cicla sus sinfonías desde una cima que azotan los vientos.