"El
cerebro humano es un almacén de energía. Dicha energía está siendo
constantemente utilizada en los movimientos musculares, en el trabajo del
corazón, los pulmones y el diafragma, en el metabolismo de las células
tisulares y sanguíneas y en la labor del sistema telefónico sensitivo-motor de
los nervios. Además de todo esto, una tremenda cantidad de energía vital se
consume en todos los procesos intelectuales, emotivos y volitivos.
El temor agota
la energía vital; este es uno de los mayores enemigos de la fuerza de voluntad
dinámica. La fuerza vital que fluye habitualmente a través de los nervios en
forma constante, es exprimida de ellos de tal manera a causa del temor, que los
nervios mismos se comportan como si estuviesen paralizados, y la vitalidad de
todo el cuerpo se reduce. El temor no te ayuda alejarte del objeto que lo
provoca, sino que solamente debilita tu fuerza de voluntad. Urgido por el
temor, el cerebro genera un impulso inhibidor que actúa sobre todos los órganos
del cuerpo, constriñendo el corazón, interrumpiendo las funciones digestivas, y
provocando numerosas otras perturbaciones físicas. Cuando se mantiene la
conciencia enfocada en dios, no se puede abrigar temor alguno; se dispone
entonces la capacidad para vencer todos los obstáculos, a través del valor y la
fe.
Un “deseo” es
una aspiración carente de energía. Un deseo puede o no ser seguido de una
intención, esto es, del proyecto de realizar algo concreto, de satisfacer, de
hecho, un determinado anhelo. Mas querer dignifica decir: “trabajo y trabajaré siempre, hasta que consiga cumplir mi deseo”. Toda vez que ejerces tu fuerza de
voluntad, pones en acción el poder de la energía vital; mas no sucede así
cuando deseas en forma meramente pasiva el poder conquistar un determinado
objetivo.
Paramahamsa
Yogananda"
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