12 févr. 2007

Eduardo Anguita


De la Anguitología (Editorial Universitaria, 1999), he transitado por muchos versos y reflexiones. Quiero compartir quizás una nave poética hacia un estado divino, mental y amoroso con sus palabras: el poema "Cuatro Lieder" (Lieder es canción, en alemán)...
...el destino es incierto, pero en el tránsito se vive belleza.

I

El aire fino vuelve a la montaña.
De tu rostro todo recuerdo se evapora.
Imagen pura, las veces que te veo no te ocultan.
Como ondas se apartan y te muestran más clara:
y no te veo sino una sola vez.


Eres primera vez.


Cielo infinito y lavado hasta la piedra,
para qué mirarte hasta el exceso.
No serás más próximo ni más bello;
mis ojos no podrían sembrar nada en tu frescura.
Eres primera vez como ella, cielo infinito y solo.


II

Quiero verte llorar, quiero verte manchada.
Quiero verte dormir, manchada por el sueño.
Quiero ver que te afanas, sedienta por la busca.
Quiero verte morir, impura por la inercia.

Pero lloras y duermes y te afanas y mueres,
y no puedo acercarte manchada, incierta, impura.
Si lloras eres como los ríos, toda llanto, toda limpia.
Si duermes eres toda soledad, más pura que el silencio.
Si te afanas eres toda la sed, los otros quedan sedientos.
Todo muere en paz, dulce y grandioso como lo fatal.
Todo muere en paz ¡Tú existes!


III

Vengo preguntándome algo largo tiempo olvidado.
Me inclino a los arroyos con ojos de la tarde.
Todo me deja ir. Todo susurra para sí.
¿Qué pregunta soy? Responde, pájaro del bosque.
Ah, tú que vives entre breñas de ecos
inalcanzable y sola como el eco.
¿Me asomo a ti, espejo amado?
Amando, se qué pregunta soy.

Tú me reflejas íntegro, grande, vivo y mágico.
Tú, arroyo surgente, alta ventana:
Respóndeme íntegro y no te apagues en la noche;
siempre me hallarás despierto para el silencio del amor.


IV

Rápidos torrentes imágenes turbias arrastran.
Soledad estrépito, donde nada se encuentra.
Desaparece el reflejo. Los destellos del cielo
se ensucian con el lodo. Los animales murmuran.

El que la música inventa, mete una espada en la corriente;
planta una mirada de oro en el trueno y un jacinto en la tiniebla.

¡Dios mío, el hombre es realmente divino!
La música fluye por la mirada de la frente
al encuentro de las flores, pero ellas ya se apagan.

Oh, capullos azotados por el crepúsculo, capullos.

¡Oh, Noche, no vengas hasta que sea la noche!

1 commentaire:

nomecentro a dit…

La frágil criatura, diminuta bajo el cielo y las montañas, también abraza el universo, concibe lo imposible, participa en la creación de lo hermoso y alcanza lo eterno.