1 févr. 2015

Soltar-se lo flojo

Sí, hay unos nudos más duros que otros, de esos que cuesta soltarse, no de los que se estrellan por delante de la mano contra un cuerpo, esos son nudillos que se concretan en un golpe, herida, hematoma, inflamación y proceso de recuperación natural. No esos. Estos nudos sobresalen de lo natural, llegan a ser una verdadera trama llena de hilos invitados y no tanto a generar una imagen compleja, no concreta de un tejido incierto, apretado en partes y demasiado lejano en otras hebras. La misma dispersión de su telar hace que sea difícil de soltar. Queda en su marco, dispuesto como un trabajo inconcluso que se puede guardar en el clóset de la memoria hasta un momento donde quizás volver a mirarlo con ese amor, temor y distancia que lo dejarán otra vez disuelto en la indefinición: y así...
Escapan a la historia natural de lo que ocurre en la realidad presente, el comienzo se pierde, el desarrollo se interrumpe, se intercala, se pospone, se remuerde, se resiente, se reclama, se acosa de fantasmas y no hay vista clara a un desenlace que transforme el presentido evento en otro guión que pueda transcurrir con fluidez y naturalidad para reconocer sus colores y figuras.

Estos nudos como el nudo en la garganta que me abstiene hasta la ansiedad o enfermedad del ánimo de expresarme y sentir que es bueno, incluso decir que es bueno expresarse, decir que es bueno expresar lo que uno siente, aun si es solo a uno mismo, aceptar lo que uno siente y por tanto expresar lo que uno siente y eso de manifestarlo porque es lo que uno auténticamente siente y eso ES y desde ahí puede moverse con la naturalidad de lo que uno es hacia el aprendizaje que toda experiencia real. Y claro, porque no va a ser bueno, porque un Otro no quiere escucharlo, no quiere leerlo, no quiere digerirlo, no está dispuesto, nunca está listo, está tenso o en estado de acecho constante, como un depredador indefenso, que busca su alimento y teme a su presa o confunde las sombras que lo tocan con amarras. Expresarse sin respuesta es el vacío central de la trama, da un color gris-esquizoide.

Así con los nudos, tartamudos nudos, puestos en el espacio en que mi cuello desea e imagina una caricia de un par de labios distantes como las hebras alejadas, pero tocándose en una dimensión invisible y muda, pero aquí son nudos en mis cervicales.
Y no hay tensión suficiente en los hilos, por tanto, de manera natural hay un estado de soltura en el nudo, que aunque parezca atascado, está flojo. No me asfixia, solo duele cuando lo tiran.

Reflexionar sobre los nudos genera esto: nuevas perspectivas, sobre todo cuando se cambia el enfoque del tejido a kilómetros del clóset o a micrómetros del miedo a terminar lo indefinido para honrar sus hebras y coloridos. Puede cambiar la visión de un telar a una soga y salir de ahí a un nudo de navegación o de andinismo donde la tensión y la soltura estén equilibradas en una aventura que no desearía apilar en un armario lleno de polillas.

Entonces, si el nudo está flojo y la trama en mi cuello es la tensa, el nudo puede correrse hacia el marco del telar, deslizarse por mis clavículas, irse soltando poco a poco los hilos inhóspitos que salgan como un suspiro, donde se expulsan los huevos de polilla, donde se comienza a tensar otra cosa, la vela de mi nave, al son del viento que cuando canto lo que siento y resuena en el mundo, sin temores ocultos que son reflejos de nuestras mismas oscuridades, ilumina el corazón con su música.
Si la vela tiene un emblema que es incierto, al menos no lo es su sentimiento ni su destino. Esos nudos duros, tartamudos, incómodos, sobrenaturales, asimétricos en sus fuerzas solo por ser flojos se sueltan. Y en esa renovada tensión que trae el viento un velero surge más blanco que las alas de los ángeles y me lleva a otra orilla, donde mi cuello es un faro que saluda a los que sí se aventuran.

https://loscuatroelementos.files.wordpress.com/2009/02/xxxroca-delfin-velero-faro.jpg




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